viernes, 28 de junio de 2019

LA LEÑA VERDE

                                                                                             Las inquietudes de Lev Tolstoi se reflejan en sus apólogos,  
                                                                            composiciones literarias, que se proponen dar una enseñanza útil o moral. Toda la obra de Tolstoi está impregnada del más profundo sentimiento cristiano. 

Una mujer del pueblo, al ir de mañana al mercado, deja a su hijo pequeño, que queda en la isba, el encargo de preparar la lumbre. El niño busca la leña, la amontona en el hogar, la enciende, pero ve que, en lugar de la alegre llama, sólo se produce una espesa humareda que invade la habitación. No. Sin duda la madre sabía disponer de otro modo la leña. El niño coloca los troncos en forma de pirámide y ensaya de nuevo. Pero en vano: humo y sólo humo, que hace irrespirable el aire. Tal vez será mejor extender la leña por el suelo bajo la chimenea. El resultado es aún peor. Y, de esta suerte, los más diversos arreglos y disposiciones de las ramas sólo sirven para aumentar el desesperante chisporroteo y la negra humareda sin que surja el fuego apetecido. 
Al fin retorna la madre. 
-Qué es lo que estás haciendo, criatura?
-Madre, he probado todas las combinaciones. 
-¿Pero no ves que las has intentado con leña verde y la leña verde no arde, la pongas como la pongas? ¡Trae leña bien seca, y, en cualquier forma que la coloques, verás qué hermosa lumbre tendremos en casa!
Así es. La leña verde no arde. 
Con leña verde, con hombres de corazón injusto,
por más que variemos las instituciones políticas,
no llegaremos nunca 
a instaurar un régimen de justicia.

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